El domingo por la noche sentía yo una ansiedad extraña, como si de alguna forma supiera que me estaba esperando una semana llena de emociones, un poco de caos interno, desequilibrio y un montón de cambios de planes. Demasiado movimiento y noches de insomnio.
Parece que soy un poco bruja. Exactamente así ha sido desde que amanecí el lunes. Caos interno, caos externo. Una montaña rusa de emociones a toda velocidad, a ratos hasta arriba, otros hasta abajo. Es otra vez de madrugada y tengo un insomnio loco que solo me deja pensar y sentir más.
He conectado con mucha culpa del pasado, por decisiones que a mi versión del presente le parecen terribles y casi inaceptables. Mi yo adolescente se dejó ir como gorda en tobogán en temas de alcohol, fiestas, drogas, malas decisiones, y formas de anestesia casi permanentes durante muchos años.
Soy músico, y al entrar tan profundo en este mundo también le abrí las puertas a la oscuridad y a las energías nocturnas que me dieron tanto placer pero también me hicieron tomar un montón de malas decisiones.
Hoy llevo 1 año y 5 meses sobria. Ha sido una transformación brutal lo que he vivido estos últimos años, y a veces cuando miro atrás, puedo volver a sentir el miedo que tenía, las tantas heridas acumuladas en mi corazón y cómo pasaba la vida tratando de anestesiar mi dolor. Muchas veces después de tantas terapias y una búsqueda maravillosa de herramientas de sanación, he podido poco a poco ir cerrando y sanando heridas, y he logrado hacer las paces con mi pasado y con esas versiones de mí que muchas veces no me enorgullecen. Me he perdonado un montón y he ido soltando culpas y arrepentimientos. Pero el proceso no es lineal. Es más como un garabato que no termina ni tiene una forma predecible. Momentos de oscuridad vuelven a mi corazón, y me despierta todo tipo de heridas y de culpas una vez más. Pareciera que lo que he avanzado en una noche se esfuma para sentirlo todo de nuevo. Aunque sí, se siente con un poquito menos de intensidad. Los malos tragos y los recuerdos que más me lastiman los digiero un poco más rápido. Pero una noche más, aquí estoy, llorando un poco, sintiendo y recordando momentos tan profundamente dolorosos, perdonando a la versión de mí que tomó algunas decisiones que pudieron lastimar tanto a otros como a mí misma y pidiendo perdón a mi yo del presente por los daños causados.
Afortunadamente hoy puedo ver con claridad lo que en mi presente haría diferente como señal de que he crecido y madurado. Hoy tengo una consciencia que en ese momento absolutamente no tenía y puedo reconocer que actué desde los impulsos de una adolescente que apenas está aprendiendo a caminar en los pasos de la adultez. Es así.
Aprender de los errores y seguir avanzando. No hay vida donde el agua se estanca. Y es así como quiero seguir nadando. Hacia adelante y cada vez lamentarme menos por lo que ya quedó atrás. Tomarlo como aprendizaje para agarrar más vuelo y volar más alto.
Hoy no tomaría muchas de esas decisiones que alguna vez tomé, y me agradezco tanto por haber despertado. Estuve a tiempo. Fue perfecto. Aquí estoy, sana, reconstruyéndome cada día y siguiendo un camino precioso en el que deseo y estoy trabajando cada día por ser una mejor persona con los demás pero en especial conmigo misma. Amarme, cuidarme y respetarme tanto que pueda dejar de juzgar mis pasos y abrazar mis procesos sean cuales sean. Soy humana y soy tan imperfecta que en este momento pensarlo, me da mucha paz. Actué como creí en ese momento, como sabía y cómo entendía la vida en ese instante.
Hoy deseo dejar cerrado el libro de los arrepentimientos y darles un nuevo significado. Todos los días tengo una nueva oportunidad para amarme y agradecer cada detalle y actuar en coherencia con el camino que estoy construyendo. uno lleno de paz, de amor propio, de equilibrio, de salud, de honestidad, de lealtad y de servicio a los demás.
Una vida que hoy por hoy me siento plena con quien estoy siendo en el presente y quiero seguir cultivándome desde este lugar. Cada vez con menos culpas, menos arrepentimientos y más “gracias a mi yo del pasado porque gracias a ella hoy estoy aquí siendo esta mujer maravillosa que soy hoy”.
..con total honestidad y vulnerabilidad…
— María.
Es normal que, incluso después de tanto trabajo interior, a veces el pasado vuelva a sacudirnos con fuerza. La culpa es una sombra persistente, pero también es un recordatorio de lo lejos que has llegado. No eres la persona que fuiste en aquellos años de anestesia y oscuridad. Hoy, con 1 año y 5 meses sobria, con toda la conciencia y el amor propio que has cultivado, eres prueba de que la transformación es posible.
El insomnio, el caos interno, las emociones que van y vienen… todo es parte del proceso. A veces la vida nos pone frente a antiguos fantasmas para recordarnos que aún hay algo que abrazar, no para castigarnos, sino para enseñarnos a sostenernos con más amor. La sanación no es una línea recta, es un baile, un ir y venir, un constante aprender a ser compasivos con quienes fuimos.
Recuerda que no estás sola en esto. Y si el garabato nunca se endereza del todo, que al menos sea un dibujo que refleje la belleza de tu historia y tu crecimiento.
Con amor absolutamente todo es posible.